Aunque hace bastantes años visitamos en dos ocasiones la Manga del Mar Menor y todos los alrededores, esta vez decidimos conocer un poco más del norte.
Nos alojamos durante 9 días (desde el 6 al 14 de julio de 2025) en el Balneario Leana en Baños de Fortuna, un complejo que alberga el hotel más antiguo de Murcia, fundado en 1869 y otros dos hoteles más ( Victoria y España), incluye un café teatro, termas/ spa romano y piscinas termales exteriores, una de ellas es una playa termal.

Tiene servicio médico donde te aconsejan el tratamiento más idóneo con sus aguas medicinales. Maniluvio, pediluvio, tratamientos respiratorios, baños de parabarros o recorrido por sus tres piscinas en el spa romano.
Al lado del manantial se puede visitar el yacimiento del antiguo balneario romano del siglo I escavado en la roca de la montaña y actualmente bastante derruido.
El pueblo cercano de Fortuna tiene una iglesia del XVIII y algún edificio interesante.
A unos dos km del balneario se puede hacer una ruta a pie hasta el llamado "Desierto de Mahoya" entre Baños y Abanilla. Un paisaje casi lunar con cárcavas, muy erosionado y que antiguamente fue un fondo marino, merecedor del nombre de "badlands" que le dan. La verdad es que todo el entorno tan seco y desértico con palmeras que parece que nos encontramos en el norte de África. Es un entorno popular para películas y reportajes de Instagramers. Lo mejor es visitarlo a última hora de la tarde por el terrible calor que hace y además se disfruta de la estupenda puesta de sol.
Entre piscina y spa fuimos a pasar un día a Murcia capital. Atravesamos inmensos campos de olivos y sobre todo de limoneros y frutales y llegamos a la ciudad, aparcamos en el parking al lado de la catedral ya que toda la zona central es zona azul o verde.
Visitamos en primer lugar la catedral, un edificio enorme con estilos diversos (gótico, barroco y neoclásico) especialmente en su fachada de la plaza del Cardenal Belluga y su enorme torre de 93 metros al estilo de la Giralda.
Con un montón de capillas en todo el lateral destacan las capillas de los Vélez (de gótico flamígero), de Junterones y del Trascoro.
En un lateral de la capilla Mayor se puede ver la urna sepulcral donde reposan el corazón y las entrañas de Alfonso X el Sabio.
En el exterior destacan la puerta de las cadenas y la puerta de los apóstoles.
En la misma plaza se puede ver el Palacio arzobispal, del siglo XVIII, tiene un patio interior porticado y en uno de sus lados se puede ver una preciosa escalinata ornamental.
Después de tomarnos algo fresco porque el calor era insoportable nos fuimos a comer a la Plaza de las Flores.
Comimos en El Secreto: alcachofa de la huerta con crema de parmesano, caballitos (gambones rebozados tipo gabardina) y una ensalada de tomate rosa con ventresca y encurtidos. Nos sorprendió que uno de los encurtidos era una planta verde que es la planta de la alcaparra y que es muy popular en la zona.
Concluimos con un helado de limones murcianos en la heladería Temperato Felice Gelato. Muy recomendable y buenísimo.
Nos dimos un buen paseo para bajar la comida pero íbamos de plaza en plaza porque el calor era tremendo. No pudimos visitar el museo Salzillo por estar cerrado y finalmente vimos el Real Casino, edificio de estilo Art Decó y ecléctico interesante, pero que no vimos por dentro, la entrada cuesta tres euros y hay visitas guiadas.
Otra de las visitas que hicimos desde el balneario fue al
Valle del Ricote. Es un vergel de huertas y frutales a lo largo del rio Segura.
Nuestra primera parada fue Ulea con unos estupendos miradores y unas norias antiguas de madera.
Luego llegamos a Ojós, un pueblo pequeñito lleno de huertas, con un desfiladero de piedra impresionante, el Desfiladero del Solvente y su especialidad en bizcochos borrachos que por supuesto, nos llevamos a casa.
Subimos por la montaña hasta el pueblo de Ricote, que curiosamente está arriba de la montaña y no el valle al que da nombre.
Otro pueblo que visitamos fue Abarán, pueblo laberíntico en la falda de la montaña y en que pudimos visitar una de sus norias antiguas de madera.
El pueblo que más nos gustó de la zona fue Blanca, el río Segura atraviesa el pueblo y hay muchas empresas que hacen rafting por el río así que es habitual ver gente con chalecos flotando y dejándose llevar por el rio, que tiene un curios o color verdusco debido a un alga.
Tomamos un aperitivo en una taberna popular: Las cuatro esquinas, que tenía un estupendo marisco. Nos tomamos una gambas blancas y unas marineras típicas de Murcia. Después de pasear por la orilla del río y huyendo del calor fuimos a comer al restaurante El chalet con un servicio estupendo, nos tomamos un ensalada y una mojama de atún, muy típica de la zona.
Allí nos recomendaron que no nos fuéramos sin visitar el famoso mirador del Alto de Bayna. Es la foto típica de Murcia donde se ve la montaña, las huertas y el Azud de Ojós desde una plataforma suspendida en el aire.
Y así concluimos nuestro viaje, entre piscinas de agua termal y alguna visita cultural y gastronómica. Murcia merece la pena ser visitada y disfrutada. para otra vez dejamos Caravaca de la Cruz, Yecla, Lorca etc.
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